¿Cómo será el 2021 para las trabajadoras y trabajadores en empleo informal? Una entrevista con Sally Roever, coordinadora internacional de WIEGO

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Food Vendor in NYC
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Yola Verbruggen

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El 2020 fue un año completamente inesperado. Al exponer y profundizar las desigualdades en los países de todo el mundo, la pandemia contribuyó a la concientización sobre los roles esenciales de las personas trabajadoras en situación de pobreza en la sociedad y sobre las dificultades que enfrentan. ¿Qué podemos hacer en el 2021 para sacar el máximo provecho de este momento y asegurar que se traduzca en mejores condiciones para estas trabajadoras y trabajadores?

Creo que el 2021 será el momento de analizar la concentración excesiva de riqueza y poder que contribuye al aumento de los niveles de desigualdad en muchos países, sobre todo, considerando que la recuperación económica es lenta y que la pandemia continúa. Lo que podemos hacer para aprovechar el aumento en la concientización sobre la realidad de las trabajadoras y trabajadores en empleo informal es darles mayor visibilidad en las discusiones sobre la necesidad de un nuevo contrato social más justo, más redistributivo y en mayor sintonía con las personas y el planeta. Hay cada vez más presión sobre los gobiernos para universalizar la protección social y los derechos laborales, por parte de los sindicatos de la economía formal, la sociedad civil e incluso las instituciones financieras internacionales. Asimismo, cada vez hay más presión para controlar los abusos corporativos a través de mecanismos más estrictos de control. Las personas trabajadoras en empleo informal y las organizaciones que las representan necesitan estar en el centro de estas discusiones. Esto, a la vez, implicará el desarrollo de coaliciones más amplias entre quienes conocen los desafíos de los diferentes grupos de trabajadores y trabajadoras en empleo informal y sus variaciones, y lo que pueden hacer quienes formulan las políticas para reducir los riesgos que corren dichas personas trabajadoras.

En última instancia, la discusión sobre cómo desarrollar un mejor contrato social debe enfocarse en lo que significa valorar las contribuciones de cada trabajador y trabajadora a su hogar, su comunidad y su sociedad; y lo que significa responsabilizar a las personas cuyas acciones generan riesgo y vulnerabilidad. Necesitamos usar todos los recursos y las herramientas a nuestra disposición para presionar a los Gobiernos a regular mejor la concentración extrema de riqueza y poder que se ha acumulado durante las últimas décadas.

La crisis de la COVID-19 ha tenido un impacto dramático sobre los 2000 millones de trabajadoras y trabajadores en empleo informal en el mundo en el 2020. ¿Cuáles son sus necesidades más urgentes este año?

La primera consideración es la pérdida masiva de ingresos que sufrió la economía informal y la necesidad resultante de alivio permanente, que incluyó comida, dinero en efectivo y moratorias de deuda. Muchas personas trabajadoras de nuestra red no han podido regresar al trabajo. Recordemos que no son solo esos 2000 millones de trabajadoras y trabajadores, sino también las personas de sus hogares que dependen de esos ingresos y que pasan hambre como consecuencia de esas horas de trabajo perdidas. Debido al impacto desproporcionado de la pérdida de ingresos laborales sobre dichas personas trabajadoras, se deben formular políticas que les brinden tanto apoyo como sea posible. Una vez más, quienes se encarguen de hacerlo deberán ser creativos e innovadores, pero existen iniciativas para apoyarlos a través de la asistencia técnica y la difusión de información.

Más allá de las transferencias de dinero en efectivo y de la ayuda alimentaria en el corto plazo, muchas trabajadoras y trabajadores de nuestra red también han expresado la necesidad de volver al trabajo. Desde su punto de vista, siempre podrán encontrar una forma de sobrevivir y de resolver cualquier problema que surja en tanto puedan trabajar.

Esto, por supuesto, tiene sus dificultades en los lugares con un nivel alto de transmisión comunitaria del virus; sin embargo, hubo algunas propuestas innovadoras. Sabemos que algunos grupos de personas vendedoras ambulantes y recicladoras han trabajado en conjunto con las autoridades locales para diseñar formas de preservar su seguridad y la de los clientes y, a la vez, mantener en funcionamiento los sistemas urbanos −distribución de alimentos, transporte, gestión de residuos, etcétera−.

¿Cuáles son las lecciones más importantes del 2020 en cuanto a la asistencia de trabajadoras y trabajadores en empleo informal durante la pandemia?

Aprendimos mucho durante el 2020. Desde el principio, quedó claro que sería esencial encontrar formas de brindar información creíble a las personas. Los líderes de las organizaciones con base de miembros (OBM) informaron que las personas trabajadoras eran víctimas de campañas de desinformación sobre el virus y que necesitaban con urgencia información clara, adecuada y relacionada con su ocupación respecto del uso de mascarillas, el lavado de manos, el mantenimiento de la higiene del lugar del trabajo, etcétera. Esta demanda fue tan grande que terminamos traduciendo los recursos aptos para WhatsApp que elaboramos para recicladoras y recicladores a 17 idiomas.

Luego, cuando comenzaron los confinamientos, algunas OBM debieron descifrar qué rol cumplir para brindar ayuda a sus miembros. Algunas tenían experiencia en este terreno, pero para otras fue algo nuevo. Implicó la creación de una lista de miembros por primera vez, pensar cómo distribuir alimentos o recorrer los sitios web del Gobierno en nombre de sus miembros para que puedan acceder a las transferencias de efectivo de emergencia. Estas necesidades prácticas que surgieron a nivel organización en cuanto a las tecnologías de la información y la comunicación nos llevaron a innovar y asistir en el desarrollo de bases de datos de miembros, encontrar formas de fortalecer la comunicación basada en SMS y apoyar la recaudación de fondos de diferentes formas.

Aprendimos mucho sobre lo que es posible a corto plazo, pero también aprendimos algunas lecciones significativas en el transcurso del año. Hubo mucha demanda de difusión de conocimientos sobre las formas de abordar la protección social y cómo iban cambiando, cómo se iba transformando el panorama legal a raíz de la COVID-19 e historias de éxito relacionadas con las políticas urbanas que pudieron asistir a las trabajadoras y trabajadores en empleo informal durante la pandemia.

Gracias a todo esto, una de las consecuencias más interesantes del 2020 es que aumentó la cantidad de miembros de muchas de las organizaciones de nuestra red, ya que las personas trabajadoras comprendieron que el trabajo colectivo es la única forma de superar las dificultades. Como resultado, se enfrentan a nuevos desafíos, ya que tienen más miembros y más necesidades.

En muchos lugares, las organizaciones de trabajadoras y trabajadores en empleo informal se esforzaron por asistir a sus miembros cuando la ayuda de los Gobiernos no era suficiente. ¿Qué quieres decir a las y los formuladores de políticas? ¿Qué medidas podrían realmente beneficiar a las personas trabajadoras en empleo informal este año?

La pandemia demostró que los gobiernos necesitan de forma urgente mejorar el vínculo con las comunidades para las que trabajan. Escuchamos una historia sorprendente de Ghana, donde un intento de brindar ayuda alimentaria terminó con los vehículos del Gobierno ingresando en los asentamientos y, literalmente, tirando paquetes de comidas −y con las personas amontonándose, sin importar el distanciamiento social, para tomar lo que pudieran− porque las autoridades no tenían ningún contacto en la comunidad y no sabían cómo encontrar a los y las dirigentes populares que podrían ayudar a diseñar un sistema sensato de distribución.

Las formuladoras y formuladores de políticas tienen la oportunidad de abrirles la puerta a esas organizaciones que llenan los vacíos y de encontrar formas de trabajar en conjunto. Las políticas que se necesiten dependerán de las circunstancias. En general, sin embargo, si las personas que formulan las políticas comprenden que el empleo representa un camino clave para salir de la pobreza y que la mayoría de la población mundial que trabaja lo hace de forma informal, también deberían entender que necesitan perspectivas más variadas en cuanto a las realidades que enfrentan las trabajadoras y trabajadores a diario. Diseñar políticas sostenibles y adecuadas que logren una mejor prestación de servicios, que contribuyan a la disponibilidad de recursos esenciales para la subsistencia y al acceso a estos y que reduzcan el riesgo es una tarea difícil que no puede abordarse a través de ideas simplistas, como equiparar la formalización al registro y la fiscalización de pequeñas empresas.

¿Las personas trabajadoras en empleo informal pueden esperar un mejor 2021?                              

Creo que algunas pueden esperar ciertas mejoras en 2021. Pero hablemos con claridad respecto de las circunstancias a las que se enfrentan. Muy pocas obtienen ingresos iguales a los de principios del 2020. Siguen sufriendo de forma desproporcionada el impacto del virus, debido a que muchas viven en asentamientos informales superpoblados y tienen servicios de cuidado de la salud de baja calidad. Son pocas las que tienen acceso a algún tipo de protección social. El camino hacia la recuperación será largo.

A pesar de eso, como dijimos, sus líderes y lideresas realmente se han esforzado durante el último año. Se aprendió y se innovó mucho en las organizaciones populares, sobre todo en aquellas organizaciones con base de miembros que tenían prácticas democráticas internas sólidas antes del inicio de la pandemia. Por eso, si combinamos estas organizaciones más dinámicas y proactivas con la posibilidad de que algunas asociaciones globales, como COVAX, puedan llevar la vacuna a países de bajos ingresos, el 2021 podría ser considerablemente mejor que el 2020.

Foto: Vendedora ambulante en Nueva York. Créditos: Street Vendor Project

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