En todo Perú, las municipalidades están "mejorando" la situación de los vendedores ambulantes con los mercados cubiertos. ¿Están realmente mejorando sus condiciones?

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Lissette Aliaga Linares

Por Lissette Aliaga

Las municipalidades de todo Perú han estado empleando una estrategia para mejorar las condiciones de los vendedores ambulantes: dar apoyo a su traslado como vendedores de las aceras a los mercados techados más formales. Este tipo de modelo comenzó en Lima en la década de los 80 y, debido a su aparente éxito, ha sido ampliamente adoptado. Sin embargo, la Nota informativa estadística N° 16 de WIEGO señaló que esta reubicación en sí misma no es una solución. De hecho, las ganancias y las condiciones de trabajo para los comerciantes de mercado no son sustancialmente mejores que las de los vendedores ambulantes. Esta nueva evidencia señala la necesidad de un conjunto más amplio de iniciativas para mejorar los medios de sustento tanto de los vendedores ambulantes como de los comerciantes de mercado.

La construcción de mala calidad pone en riesgo a los comerciantes

Desde las reubicaciones de Lima en los 80, las municipalidades se han centrado en acelerar el proceso de traslado de los vendedores ambulantes a mercados techados a un ritmo que ha llevado a que muchos mercados estén precariamente construidos. De acuerdo con los resultados del Censo nacional de mercados de abastos de 2016, casi la mitad de los mercados techados necesitan mejoras importantes en sus materiales de construcción, y una proporción mayor no cuenta con infraestructuras adecuadas para la gestión de desechos o la refrigeración de productos perecederos.

Las ganancias netas de los comerciantes de mercado son casi las mismas que las de los vendedores ambulantes

Más allá de las necesidades de infraestructuras, poco se sabe de las condiciones de trabajo de los comerciantes de mercado y si son significativamente mejores que los de los vendedores ambulantes.

Si bien las ganancias mensuales de los comerciantes de mercado en el Perú urbano son el doble que las de los vendedores ambulantes, la mayor parte de la diferencia se debe a las largas horas que los comerciantes de mercado trabajan en sus puestos. Las ganancias netas por hora de los comerciantes de mercado y los vendedores ambulantes son casi las mismas: una diferencia de un sol peruano a favor de los comerciantes de mercado en Lima pero una diferencia de un sol a favor de los vendedores ambulantes en otras ciudades de Perú.

Las horas de trabajo semanales de los comerciantes de mercado casi duplican las de los vendedores ambulantes. Un vendedor ambulante en Lima trabaja en promedio 36 horas a la semana en comparación con un comerciante de mercado, cuyo horario de trabajo por lo general se extiende a 57 horas a la semana. Existe una brecha similar entre los vendedores ambulantes y los horarios de trabajo de los comerciantes de mercado en otras áreas urbanas en Perú. Estos hallazgos sugieren que los comerciantes de mercado necesitan trabajar más allá del horario estándar de 40 horas a la semana para mantener sus mayores ingresos mensuales.

La mayoría de los comerciantes de mercado continúan sin protección social

Una gran parte de los comerciantes de mercado no se ha registrado en el sistema tributario nacional, y una proporción considerable carece de acceso a protección social. Esta situación no existiría si estos trabajadores se formalizaran. Solo un tercio de los comerciantes de mercado en Lima, y menos de una cuarta parte de los comerciantes de mercado en el resto del Perú urbano, se han registrado en el sistema tributario nacional. Sorprendentemente, los comerciantes de mercado tienen menos probabilidades de tener seguro de salud en comparación con los vendedores ambulantes. Casi la mitad de los comerciantes de mercado en Lima y el resto del Perú urbano carecen de esta protección social.

Las mujeres afrontan desafíos en ambos grupos de trabajadores

Las mujeres constituyen una parte cada vez mayor de los 1,2 millones de vendedores ambulantes y comerciantes de mercado en Perú, y son particularmente vulnerables a experimentar problemas en su trabajo.

Dos tercios de los vendedores ambulantes en el Perú urbano son mujeres. A medida que las licencias se vuelven más difíciles de obtener, se enfrentan a una mayor persecución que en el pasado, lo que lleva a la pérdida de ingresos, la erosión de activos y a lesiones físicas según lo informado en el estudio EMEI. Si bien las municipalidades se centraron en reubicar a los vendedores ambulantes en mercados techados, también han limitado el número de licencias y han aumentado el control sobre el espacio público. Desde 2005 hasta el último período municipal de 2010-2014, el número promedio de operaciones de control, que incluyen desalojos y confiscaciones de mercancías, aumentó de 35 a 297 en Lima Metropolitana, y de 10 a 44 en otras ciudades en todo Perú. Sin embargo, el número de vendedores sigue creciendo a un ritmo mayor que el de comerciantes de mercado.

Las mujeres comerciantes de mercado, sin una ventaja sustancial en las ganancias netas por hora, trabajan más horas y tienen menos probabilidades de tener seguro de salud en comparación con los vendedores ambulantes. Su bajo margen de beneficios puede no ser suficiente para mantener o mejorar la infraestructura precaria de sus mercados techados.

La transición a la economía formal requiere un enfoque más integral

Estos hallazgos nos invitan a reconsiderar qué estrategias podrían funcionar mejor para mejorar los medios de vida de los vendedores ambulantes y de mercado. Para los vendedores ambulantes, las directrices sugeridas por la Recomendación N° 204 de la Organización Internacional del Trabajo sobre la transición de la economía informal a la formal reconocen la necesidad de incluir el acceso regulado al espacio público y garantizar la seguridad de los ingresos y la protección social de los trabajadores durante la transición. En una reciente Ordenanza de Lima Metropolitana, que aún no se ha implementado, los vendedores ambulantes tendrán acceso a licencias renovables de un año para trabajar legalmente en el espacio público si ahorran para un proyecto de reubicación. Sin embargo, como sugieren estas necesidades, la transición de los vendedores ambulantes a la economía formal requiere iniciativas de políticas nacionales, metropolitanas y locales que puedan extender la protección social, mejorar las oportunidades económicas y abordar las necesidades de infraestructura para los comerciantes de mercado.

 

Primera foto: Juan Arredondo/Reportage by Getty Images.

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