¿Reciclaje inclusivo con recicladoras y recicladores en Medellín?

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Federico Parra, Olga Abizaid

Por Federico Parra y Olga Abizaid

Recientemente, Medellín ha sido alabada como una ciudad modelo en materia de desarrollo urbano. En  los últimos años, la ciudad ha logrado superar los abrumadores desafíos urbanos económicos y de seguridad que enfrentó en la década de 1980 y se ha convertido en una vibrante metrópolis. Según muchos, este logro fue posible gracias a la promoción de una planificación urbana inclusiva y a la consideración de las voces de todas las personas, incluyendo las de las más desfavorecidas. 

Entre ellas están los 3663 recicladores quienes se ganan la vida recolectando materiales reciclables en la ciudad –a veces puerta a puerta, la mayor parte del tiempo en las calles–. Generalmente, el impacto ambiental de su trabajo no es reconocido, y sin embargo alivia la carga del relleno sanitario y dota de materia prima a las industrias, mejorando las vidas de los 2,5 millones de personas que viven en la ciudad. 

Sin embargo, en la última década ha habido algunos cambios. Los recicladores en Bogotá, la capital de Colombia, han obtenido importantes avances a nivel nacional, cuyos efectos se empiezan a ver en todo el país. Las estrategias de incidencia legal de los recicladores de Bogotá, y los pronunciamientos de la Corte Constitucional que se han producido a raíz de sus acciones, han llevado al desarrollo de un marco legal nacional que ordena la inclusión y remuneración de los recicladores por los servicios que hacen a la sociedad.  

“Si miramos 10 años atrás, pues, los recicladores nadie nos conocía ni sabían lo que hacían. Hoy día, de acuerdo a todo lo que ha pasado y a la normatividad, en el municipio [los recicladores] son reconocidos”, dice una líder recicladora de Medellín.

La municipalidad de Medellín ha hecho algunos avances hacia la inclusión de los recicladores. Algunas de las políticas puestas en marcha incluyen el desarrollo de un censo en 2013, la carnetización de los recicladores y capacitación para sus organizaciones. Medellín también le ha confiado a algunas organizaciones de recicladores la gestión de centros de acopio en la ciudad. Y existe un cierto nivel de coordinación con la empresa municipal de aseo, EMVARIAS. Medellín también fue pionera en incluir a los recicladores en las mesas para discutir los planes de gestión integral de residuos sólidos (PGIRS) –incluso antes de que eso se hiciera obligatorio con el Decreto Nacional 2981 de 2013–.

Pero la inclusión continua siendo una tarea inconclusa. Para empezar, la mayoría de los recicladores continúan sin estar organizados. Y para quienes lo están, el nuevo marco legal establece que para ser proveedores de servicios públicos, las organizaciones de recicladores tienen que cumplir con numerosos requisitos formales. Para cumplirlos, necesitan, entre otras cosas, desarrollar competencias de gestión y contaduría, y para relacionarse con los usuarios. Necesitan también adquirir la infraestructura necesaria para poder proveer servicios de reciclaje.

La Asociación Nacional de Recicladores (ANR) y la Asociación de Recicladores de Antioquia, junto con organizaciones de apoyo como WIEGO y Fundación Familia, están dando capacitación a las organizaciones locales sobre el marco legal y los requerimientos que deben cumplir, y compartiendo experiencias sobre cómo negociar para el pago de sus servicios.

Y si bien el PGIRS de Medellín prevé algo de apoyo durante tres años, es importante que la ciudad tenga en consideración las realidades de las organizaciones –las cuales se encuentran en distintas etapas en sus procesos organizativos y en el proceso para cumplir con los requerimientos municipales para convertirse en proveedores de servicios públicos– y planee apoyos y cronogramas adecuados durante la transición hacia la formalización. 

Esta no es la única preocupación de los recicladores: temen que mientras están trabajando para cumplir con los requerimientos, el componente de reciclaje sea otorgado a otros actores.

Para que el proceso de formalización sea efectivo, es importante que los medios de vida de los recicladores estén protegidos durante la transición. La formalización no pude darse de un día para otro; se trata de un proceso gradual, como lo dice la Recomendación 204 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la transición de la economía informal a la formal. En el proceso para incluir a los recicladores al manejo de residuos sólidos, el gobierno de Medellín debería desarrollar un trabajo sólido de diálogo y acompañamiento con las organizaciones de recicladores. Sólo así podrá garantizar que los recicladores puedan cumplir con los requerimientos que se les exigen.

“Tenemos que hacerles entender que hay cosas que podemos hacer directamente los recicladores. O por lo menos, si no lo podemos hacer, pues que seamos tenidos en cuenta para opinar, para aportar ideas.”, dice una recicladora de Medellín

 

Los logros de Medellín en el pasado están cimentados en el hecho de que la inclusión de las poblaciones más desfavorecidas es clave para construir la prosperidad de la ciudad. En este momento, el gobierno de la ciudad tiene una oportunidad única de marcar la diferencia para los recicladores si se mantiene fiel a su mantra de construir una ciudad mejor y más equitativa para todos.

 

Para hacer constar nuestra preocupación por el potencial ocultamiento de la desigualdad de sexos que se presenta a nivel discursivo, y de realizar textos cuyos contenidos sean accesibles para todas nuestras audiencias, en nuestras publicaciones haremos un desdoblamiento de los sustantivos al principio para denotar que nos referimos tanto a hombres como mujeres, y a partir de entonces, de no existir alternativas, seguiremos las reglas gramaticales del español y recurriremos al uso de genéricos masculinos en el plural.

 

Foto: Juan Arredondo/Getty Images Reportage

 

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